Naturismo Ecológico: Avanzando en su definición
Como sucede en algunos
otros campos del saber y la experiencia
humana, en el del naturismo ecológico
no todo está definido. Por el contrario, pudiéramos decir que aún es mucho el
camino por recorrer. Tanto en el campo de las definiciones como en el
intercambio de vivencias que se puedan tener en los diferentes continentes y
regiones del planeta. Afortunadamente, hoy podemos afirmar que hay una
consciencia creciente para avanzar en esa dirección y lograr que lo ecológico
pase de una simple adjetivación y se cargue de significados sustantivos. Es ese
el proceso a través del cual el Naturismo
Ecológico podrá adquirir y reconfirmar su propia personalidad dentro de ese
vasto mundo de lo que genéricamente se conoce como “naturismo”.
Las precisiones
en el terreno de los conceptos y definiciones son, cada vez, más importante
porque la globalización y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), convirtieron la ya vieja aldea global de MacLuhan, en la aldea cibernética
de toda una especie que convive con millones
de especies animales y vegetales. Esa conversión acelerada por las TIC hace que,
a pesar de la indiscutible
diversidad regional y continental, los Homo sapiens tomemos, con
cada giro del globo, más consciencia de nuestra unidad humanobiosférica y planetaria. Los hábitos de vida y salud
asiáticos (hindúes, chinos, japoneses, etc) que hace apenas una centuria (o unas escasas décadas), en Occidente muchos
consideraban “excentricidades”, en estos momentos –en forma cada vez más
creciente- se asumen como lo propio, lo natural para ellos. Así debemos nosotros en Occidente
entenderlo y respetarlos, independientemente de que los compartamos o no. Es de
suponer que el reverso de esta percepción también debe estarse dando y lo que
para ellos, seguramente, era antes
“excentricidad occidental” (contaminada con toda la traumática experiencia del
colonialismo europeo, sobre todo inglés y francés, en aquellas lejanas tierras),
hoy en día se esté empezando a percibir de otra manera.
Para avanzar en
la definición del naturismo ecológico, comencemos por las precisiones semánticas
sobre los dos componentes morfosintácticos constitutivos: naturismo y ecología. Lo
que nos muestra el Diccionario de la Lengua Española (DLE), en su 23° edición,
de 2014 (consulta electrónica) es lo siguiente: naturismo “m. Doctrina que preconiza el empleo de los agentes naturales para la
conservación de la salud y el tratamiento de las enfermedades”; por su
parte, a la ecología se le define como “f.
Ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las
relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio”. Las objeciones y complementaciones
que tendríamos que hacer acá respecto a la conceptualización del naturismo, en
el DLE, es que quienes practicamos el naturismo ecológico vamos más allá de promover
el empleo de los agentes naturales para
la conservación de la salud… Se trata más que “una doctrina”, de un estilo de vida, de una forma de ver el
mundo en todas sus interrelaciones; una manera de entender lo que somos como
especie en relación con el resto de los seres vivos, en el contexto biosférico
y universal en el que surgimos y nos hemos desarrollado hasta llegar a ser lo
que hoy somos. Y procuramos ubicarnos desde una perspectiva biosfericoantropológica,
para no alimentar la visión de “dictadores”, con el que algunos humanos –antropocéntricamente-,
se relacionan con otros seres vivos del planeta. Con esta breve precisión,
estamos también, de una vez, reconfirmando el concepto de ecología que muestra
el DLE (2014), como estudio de todos los seres vivos que habitan en un medio determinado
y sus mutuas interrelaciones.
Hecha esta
precisión podemos definir el Naturismo Ecológico (NEC) como aquella subcorriente
naturista que hace énfasis no solo en el empleo y jerarquización de lo natural
por encima de lo artificial, sino en las interrelaciones que se establecen en
el contexto biosférico en el que los humanos comulgamos con el resto de los
seres vivos. Los elementos fundacionales sobre los que toma cuerpo el NEC, como
práctica y corriente de pensamiento de quienes en él militamos, son siete: luz-energía,
aire, agua, tierra, lo humanobiosférico, el ADN sociocultural y, por último, el
elemento espiritual.
Sobre esos siete
elementos, se construye todo el andamiaje conceptual que soporta y da sentido a
la forma de entender y practicar el naturismo que aquí estamos apellidando
ecológico. No es un criterio doctrinalmente dogmático el que nos lleva a incluir estos siete elementos y no otros. Es
un referente teórico general para darle coherencia conceptual y largo aliento a
la experiencia práctica cotidiana de quienes predicamos y practicamos el NEC.
En próximas entregas de este blog iremos desarrollando, en forma amplia, cómo
entendemos cada uno de estos siete elementos y sus mutuas interrelaciones entre
ellos y con el NEC.
En el campo específico
de “la conservación de la salud y el
tratamiento de las enfermedades” -al que alude el DLE-, en el naturismo ecológico
hablamos de la salud integral como un
reto cotidiano, en el contexto de cinco principios básicos: a) La
integridad sistémica; b)El papel de las triadas vitales; c)La especificidad y
dinámica orgánico-funcional; d) El Séptuplo
esencial de hábitos de salud y vida y, por último, e) La programación espacio-temporal y el
espíritu de equipo en el logro de la salud integral.
Estos cinco principios del Reto de la Salud Integral
(RSI), tal como entendemos la salud desde la perspectiva del naturismo
ecológico son, al mismo tiempo, requisitos para trabajar en el logro de ese
objetivo. Hablamos de principios pero
también de requisitos porque se trata
de ambas entidades al mismo tiempo y no de una sola de ellas. Verle sólo una de
ambas facetas desnaturalizaría el sentido que tienen en el RSI. Son
“requisitos” porque se trata de condiciones y circunstancias necesarias para
asumir el reto. Pero no queremos que se entiendan como simples “herramientas
instrumentales”, sino también dentro de esa atmósfera con la que se rodean las
cuestiones principistas. Por eso es que son ambas entidades; en algunas circunstancias se enfatiza su
carácter instrumental, pero en otras la cuestión axiológica
Los cinco principios están, obviamente, conectados con
los siete elementos fundacionales aludidos en párrafos anteriores. Pero cuando
hablamos de principios/requisitos
básicos para asumir el RSI, no se trata de un resumen o simplificación
de dichos elementos fundacionales sino de unos referentes fácticos principistas
con los que el reto de la salud integral se conecta en la cotidianidad de cada quien. Y la “cotidianidad de cada quien” es
otro de los elementos de gran importancia en el RSI. Como casi todos los retos
humanos, el de la salud integral es un desafío, en primera instancia,
individual; que lo asume cada quien en sus propias circunstancias, si es que
así lo desea y se lo propone de verdad
verdad. Nadie se lo impone (o se lo debe imponer), aunque algunos “factores
externos”, sí pueden jugar un papel cuya importancia también dependerá de las
circunstancias individuales y colectivas en las que se asume el reto. No sucede
así con otros tipos de retos como, por ejemplo, el de una “mejor Venezuela” en
el que andamos muchos venezolanos en estos momentos. Sin duda ése es (o debe
ser) un reto colectivo, de todo un país. Pero también requiere el insustituible
aporte de todos y cada uno de los que podamos sentirnos identificados con dicho
desafío y estemos dispuestos a dar nuestra cuota. Imposible que lo haga una
sola persona, grupo, partido o entidad individualmente. Se necesita el concurso
de TODOS o casi todos. Al menos de una gran mayoría. En el caso del Reto de la
Salud Integral, el aporte es, fundamentalmente (casi se pudiera decir
“exclusivamente”), de quien se lo proponga. Independientemente de que el
naturópata, nutricionista, médico de cabecera, pastor de su iglesia, cónyuge, etc.,
pueda ayudar, estimular y dar algunas pautas.
En lo que
queremos insistir, en cuanto a los cinco principios/requisitos es que no se
trata de tenerlos en cuenta únicamente como referentes teóricos generales. Se
trata de poner en evidencia que, si queremos en verdad asumir el RSI, debemos
incorporar estos principios como criterios normativos cotidianos. Por supuesto
que cada quien lo hará “a su manera”, con sus propias fibras y neuronas, porque
eso es lo que normalmente hacemos todos (o casi todos), en todos (o casi todos)
los ámbitos de la vida. Pero lo importante es que se tengan presente y se
practiquen si nos planteamos el objetivo y el reto de la salud integral que nos
merecemos y que podemos alcanzar con el apoyo de las herramientas del naturismo
ecológico. El tenor de cada uno de dichos cinco principios, también será
desarrollado en futuras presentaciones de nuestro blog.
Para cerrar estas breves precisiones sobre el
significado del naturismo ecológico, tal como desde aquí proponemos su
entendimiento y asunción, queremos recalcar que, como en todo proceso de
crecimiento y desarrollo, el del Naturismo Ecológico está abierto a todos
aquellos aportes que enriquezcan el camino ya andado. Por eso el llamado y la
invitación es a que fluyan las ideas
y a que “florezcan 100 flores y se abran 00
escuelas de pensamiento”, tal como se lo plantearon en la China de Mao
Zedong, en la mitad del siglo pasado y que, sin duda alguna, impidió la
cosificación que los dogmatismo ideológicos –de los más diversos signos-,
tienden a propiciar (no es que celebremos o compartamos a plenitud los resultados de ese
florecimiento pero, es indiscutible que las “cien escuelas de pensamiento” ayudaron a que la China feudal en la
que naciera Mao –¡con sus casi 1.400 millones de habitantes!-, irrumpiera en el
siglo XX y se preparara para llegar a ser la segunda potencia mundial que ya
está por llegar a ser, en el XXI)
En el trópico caribeño sudamericano tenemos el
privilegio de contar, todos los meses del año, con plantas y flores medicinales
y de otras milagrosas índoles, de los más
variados tonos, colores y propiedades. Inspirémonos en sus principios activos y
sus aromas para hacer de este camino del naturismo ecológico, un espacio para
el felizestar. Pero no nos quedemos
allí: convirtamos ese estado de felicidad compartida en una ruta hacia
la plenitud humanobiosférica del Homo
sapiens que hemos llegado a ser. Apuntemos hacia el plenoser que nos merecemos como especie
líder de este Planeta que llamamos Tierra.
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