LOS HÁBITOS Y SU RELACIÓN CON LAS TRIADAS (4/4)
Como se sabe, el tema de los hábitos va mucho más allá
del campo de la salud, pero será en ese ámbito en donde aquí nos enfocaremos.
Sólo haremos una muy breve alusión introductoria, a los hábitos en general, para
contextualizar su vinculación con la salud y, más específicamente, con las Triadas Vitales, como segundo principio/requisito
de los cinco que conforman el RSI.
Los registros más antiguos sobre el hábito, como
objeto de estudio, se remontan a la Ética a Nicómaco, de Aristóteles. De allí
proviene, entre muchas otras alusiones, la conocida expresión, atribuida a El
Estagirita: "Somos lo que hacemos
día a día… La excelencia entonces no es un acto, sino un hábito".
Después de Aristóteles habría que mencionar la Suma Teológica de Santo
Tomás de Aquino (siglo XIII), en cuya parte II-I se dedican varias secciones
(de la 49 a la 54) a los hábitos(1) A finales del siglo XIX, el filósofo y psicólogo newyorkino
William James, como parte de su vasto
estudio sobre el carácter y la personalidad, dejó importantes
investigaciones sobre el tema de los
hábitos. En sus conocidos Principios de
Psicología (1892), encontramos la muy citada expresión:
“Toda nuestra vida, en cuanto a su forma
definida, no es más que un conjunto de hábitos”.
Si nos acercamos más a nuestro tiempo, encontramos la calificada
opinión del filósofo y matemático ingles Alfred Whitehead
(1861-1947), creador de la llamada Filosofía
del Proceso. A.Whitehead refiriéndose al papel que juegan los
hábitos y esquemas intelectuales opinaba: “la
civilización avanza en proporción al número de operaciones que la gente puede
hacer sin pensar en ellas”. Otra referencia importante que también aparece
en el artículo Los hábitos, clave del
aprendizaje, de José Antonio Marina (2), son los resultados de una grupo de investigadores
de la Universidad de Duke, quienes estimaron que “más del 40% de las acciones que realizan las personas cada día no son
decisiones de ese momento sino hábitos (Verplanken y Wood, 2006, Neal, Wood y
Quinn, 2006)”.
Uno de los libros más recientes (2012), sobre el tema,
es El Poder de los hábitos de Charles
Duhigg (ChD), uno de los periodistas más reputados del New York Times(3). Duhigg tuvo acceso a
buena parte de las últimas investigaciones que se han estado haciendo en el MIT
y la universidad de California, sobre la neuroanatomía de la memoria y el
proceso de formación de los hábitos (hbt) en conejillos de Indias. ChD explica la conducta de las raticas del
experimento, en los siguientes términos (4):
“Al principio, cuando
la rata oía el clic y se abría la compuerta, solía ir arriba y abajo por el
pasillo central, olisqueando por los rincones y rascando las paredes. Según
parece olía el chocolate, pero no podía encontrarlo... Al final, la mayoría de
los animales descubrían la recompensa(…) Los científicos repitieron el
experimento una y otra vez, y observaron cómo la actividad cerebral de cada
rata cambiaba cuando atravesaba la misma ruta cientos de veces. Fueron
apareciendo lentamente una serie de cambios. Las ratas dejaron de olfatear los
rincones y de girar erróneamente. Por el contrario, recorrían cada vez más de
prisa el laberinto. Y dentro de sus cerebros sucedió algo inesperado: cuando
las ratas aprendían a desplazarse por el laberinto, su actividad cerebral
disminuía. Cuanto más automática se volvía la ruta, menos pensaban…” (pag. 34 y 35)
Esa menor actividad cerebral era el indicativo de que
los ganglios basales del roedor habían almacenado la conducta en forma
automática, como hábito. Ahora, cada vez que se disparaba la señal, la rata iba
directa al chocolate, en una rutina sin mayor esfuerzo ni gasto de energía
cerebral. Se había instaurado un hbt. Ese proceso es el que hemos querido
graficar –interpretando el texto de Duhigg-, en la figura 6, que se muestra a
continuación:
Duhigg hace aún mucho más sencilla la comprensión de
los procesos neurológicos que dan lugar a los hábitos, cuando simplifica toda
la complejidad subyacente y propone el llamado “bucle del hábito” (señal, rutina, recompensa) que también se
conoce como “las 3 ‘R’ del proceso de
formación de los hábitos” (Recordatorio, Rutina y Recompensa), como
nosotros hemos preferido reinterpretarlo gráficamente, en la figura 7:
De acuerdo con ese esquema de las tres “R” (o “bucle del hábito”), el proceso comienza
con una señal, recordatorio o
detonante que informa al cerebro para activar el piloto automático y el hábito
que ha de usar. Luego está la secuencia automática o rutina, que puede ser física, mental o emocional. Por último está
la recompensa, que ayuda a nuestro
cerebro a decidir si vale la pena recordar en el futuro este bucle o ciclo
repetitivo, en particular. La conversión de una secuencia de acciones y
“conductas pensadas” en una rutina automática se llama fragmentación conductual y está en la base de la formación de los
hbt. Hay cientos de fragmentos
conductuales en los que confiamos cada día. Algunos muy sencillos como
untar la crema y cepillarnos los dientes o colocar las hierbas en la tetera y
servirnos el té hierbal; pero hay otros mucho más complejos como –es el ejemplo
que apunta ChD en su libro-, el sacar en retroceso el coche del garaje cada día
en las mañanas o preparar un sabroso dulce de lechoza, como el que preparaba
nuestra madre. La gran diversidad de fragmentos
conductuales que construimos a lo largo de nuestra experiencia se van
almacenando en la memoria implícita y
la explicita (o declarativa), en donde quedan disponibles para el momento en que se
requieran. Concluye Duhigg “con el
tiempo, este bucle —señal, rutina, recompensa; señal, rutina, recompensa…— se
va volviendo más y más automático. La señal y la recompensa se superponen hasta
que surge un fuerte sentimiento de expectación y deseo. Al final, ya sea en un
frío laboratorio del MIT o en el garaje de tu casa, se acaba formando un hábito” (5).
Otro libro sobre el tema de los hábitos, que resulta
fundamental para completar lo atinente a las tres triadas que ocupan este
segundo principio, es el de Stephen Covey (SC), Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, publicado en 1989 y
que, desde una primera edición se convirtió en uno de los betseller de
autoayuda más traducidos y solicitados en Occidente y buena parte del mundo(6)
La definición de hábito que SC expone en su libro, es la que mejor se
adapta a nuestros requerimientos para el reto de la salud integral. Desde esa
perspectiva un hábito de salud (y de cualquier otro tipo), sería la confluencia
de tres grandes dimensiones: un saber,
un poder y un querer. Cuando se sabe (se tiene el debido conocimiento), se puede
(se tiene la capacidad, las posibilidades) y se quiere (se tiene la plena
convicción, el más auténtico deseo y convencimiento), entonces allí puede
surgir un hábito de salud, si así nos lo planteamos. Con sólo una o dos de esas
dimensiones no es posible aún construir un verdadero hbt. Se quedaría a medio
camino. Hace falta la confluencia de las tres y es en esa área de intersección
en donde se forman los hbt. La figura 8
grafica la definición de hbt que plantea SC y que nosotros aquí asumimos para
el reto de una verdadera salud integral:
A una persona con sobrepeso, no le basta querer “estar en la línea”. Debe también saber
cómo hacerlo y debe estar en capacidad de poder hacerlo. A veces la persona
sabe cómo bajar de peso, pero realmente no está convencida, no tiene la plena
convicción y, por tanto no lo puede lograr, porque sigue con su mismo estilo y
hábitos de vida. Cuando un naturópata está frente a un caso de éstos, debe
trabajar las tres dimensiones, luego de su diagnóstico al revisar las
macrofunciones y estilo de vida de la persona.
Si este ilustrativo ejemplo (simplificado por razones
de didáctica explicativa), lo aplicamos para otras situaciones y hábitos de
salud (dejar de fumar, previsiones higiénico-sanitarias contra patógenos,
ingesta diaria de suficiente agua para mantener la hidratación necesaria, etc),
la conclusión sería parecida: si el haciente/paciente sabe cómo hacerlo, si
puede hacerlo (está en capacidad, cuenta con qué) y, sobre todo, si quiere
realmente hacerlo y da los pasos en esa dirección y obtiene la recompensa y lo
repite, esa rutina terminará convirtiéndose en un hábito de salud. Como lo
demuestran los experimentos neurológicos del doctor L.Squire y demás
investigadores del MIT, una vez que ese accionar conductual se almacena en nuestra memoria base (en los ganglios
basales), se repite y hace automático –señal/recordatorio, rutina, recompensa, señal/recordatorio,
rutina, recompensa…-, entonces nuestro cerebro lo incorpora como hbt cuya
ejecución no implica mayores demandas de energías cerebrales. La figura 9 nos
ayudará a comprender mejor el proceso de formación de los hbt, de acuerdo con
los experimentos de los investigadores del MIT:
Una vez que las
raticas de laboratorio, con lo sensores que medían su actividad cerebral
durante el experimento, hacen varias veces el recorrido y obtienen siempre la
misma recompensa en el lado derecho, al final del laberinto, la secuencia de
acciones se convierte en una rutina automática que se dispara al oír el clik y
abrirse la compuerta (ver figura 10). Es
lo mismo que nos sucede a nosotros cuando nos levantamos cada día y nos
dirigimos a la cocina: sin pensarlo mucho, como una rutina automática,
colocamos los mismos tres vasos de siempre, los llenamos de agua, buscamos el
antihipertensivo, y lo ingerimos con el primer vaso de agua. Cuando nos hemos
tomado el tercer vaso, seleccionamos las hierbas con las que prepararemos el té
de ese día o semana y lo preparamos.
Mientras tanto hemos prendido la PC, revisado los correos, regado las matas del
huerto/jardín, arreglado la losa que quedó escurriéndose en el lavaplatos,
alimentado a las lombrices californianas, etc. Esa rutina tenemos años –casi
dos décadas-, haciéndola y seguramente la mantendremos por muchas décadas más,
si no hay algún motivo de peso que justifique su cambio. De eso se trata cuando
tenemos hábitos de salud y vida que consideramos que deben permanecer o que,
por el contrario, debemos cambiarlos.
Con estas consideraciones sobre el proceso de
formación de los hábitos de salud y vida cerramos la parte 4/4 de las Triadas
Vitales, como segundo principio de los cinco que están en la base de la salud
integral, tal como aquí la entendemos y promovemos.
_______________________
(1) [PDF]los hábitos adquiridos - Dadun - Universidad de
Navarra.dadun.unav.edu/bitstream/10171/5587/1/118.pdf.por JF Sellés - 2000 -
Mencionado por 12 - Artículos relacionados la voluntad tal como los presenta
Tomás de Aquino (sindéresis, prime- ... Santo Tomás y Aristóteles, Cuadernos de
Anuario Filosófico, Serie Universitaria, William James, extracto de Principios
de Psicología (1890).
--Suma Teologica de Santo Tomas de Aquino: Primera
sección de la ...hjg.com.ar/sumat/b/.Sobre la causa de los hábitos en cuanto a
su generación (4 a.) 52. Sobre el aumento de los hábitos (3 a.) 53. Sobre la
corrupción y disminución de los hábitos …
--La esencia del hábito según Tomás de Aquino y Aristóteles
– Dadun.dadun.unav.edu/bitstream/10171/4020/3/107.pdf.por E Sánchez - 2000 -
Mencionado por 3 - Artículos relacionados. La esencia del hábito según Tomás
de Aquino y Aristóteles. 5
(2)https://www.pediatriaintegral.es/numeros...2012.../los-habitos-clave-del-aprendizaje/.Los hábitos, clave del aprendizaje. Mediante el aprendizaje construimos nuestra memoria y, a partir de ella, pensamos, actuamos, sentimos, inventamos… El artículo Los Hábitos, Clave del Aprendizaje, de José Antonio Marina, antes aludido, fue publicado inicialmente en la revista Pediatría Integral, Volumen XVI, nº 8, octubre2012; 662.e1-662.e4
(3)El poder de los habitos (Spanish Edition) By Charles Duhigg. https://tgzzbepvyyaz.files.wordpress.com/.../best-841587054x-el-poder-de-los-habitos...BEST El poder de los habitos (Spanish Edition) By Charles Duhigg
(4)Charles Duhigg, El poder de los habitos (Spanish Edition). Op. Cit., pags. 34 y 35
(5) Charles Duhigg, Op. Cit, pag.39
(6) Stephen Covey, 7
Hábitos de la gente altamente efectiva. Editorial Sudamericana, 1995.