jueves, 14 de diciembre de 2017

LOS HÁBITOS Y SU RELACIÓN CON LAS TRIADAS (4/4)
Como se sabe, el tema de los hábitos va mucho más allá del campo de la salud, pero será en ese ámbito en donde aquí nos enfocaremos. Sólo haremos una muy breve alusión introductoria, a los hábitos en general, para contextualizar su vinculación con la salud y, más específicamente, con las Triadas Vitales, como segundo principio/requisito de los cinco que conforman el RSI.
Los registros más antiguos sobre el hábito, como objeto de estudio, se remontan a la Ética  a Nicómaco, de Aristóteles. De allí proviene, entre muchas otras alusiones, la conocida expresión, atribuida a El Estagirita: "Somos lo que hacemos día a día… La excelencia entonces no es un acto, sino un hábito". Después de Aristóteles habría que mencionar la Suma Teológica de  Santo Tomás de Aquino (siglo XIII), en cuya parte II-I se dedican varias secciones (de la 49 a la 54) a los hábitos(1) A finales del siglo XIX, el filósofo y psicólogo newyorkino William James, como parte de su vasto  estudio sobre el carácter y la personalidad, dejó importantes investigaciones  sobre el tema de los hábitos. En sus conocidos Principios de Psicología (1892), encontramos la muy citada expresión: “Toda nuestra vida, en cuanto a su forma definida, no es más que un conjunto de hábitos”.
Si nos acercamos más a nuestro tiempo, encontramos la calificada opinión del filósofo y matemático ingles Alfred Whitehead (1861-1947), creador de la llamada Filosofía del Proceso. A.Whitehead refiriéndose al papel que juegan los hábitos y esquemas intelectuales opinaba: “la civilización avanza en proporción al número de operaciones que la gente puede hacer sin pensar en ellas”. Otra referencia importante que también aparece en el artículo Los hábitos, clave del aprendizaje, de José Antonio Marina (2), son los resultados de una grupo de investigadores de la Universidad de Duke, quienes estimaron que “más del 40% de las acciones que realizan las personas cada día no son decisiones de ese momento sino hábitos (Verplanken y Wood, 2006, Neal, Wood y Quinn, 2006)”.
Uno de los libros más recientes (2012), sobre el tema, es El Poder de los hábitos de Charles Duhigg (ChD), uno de los periodistas más reputados del New York Times(3). Duhigg tuvo acceso a buena parte de las últimas investigaciones que se han estado haciendo en el MIT y la universidad de California, sobre la neuroanatomía de la memoria y el proceso de formación de los hábitos (hbt) en conejillos de Indias.  ChD explica la conducta de las raticas del experimento, en los siguientes términos (4):
“Al principio, cuando la rata oía el clic y se abría la compuerta, solía ir arriba y abajo por el pasillo central, olisqueando por los rincones y rascando las paredes. Según parece olía el chocolate, pero no podía encontrarlo... Al final, la mayoría de los animales descubrían la recompensa(…) Los científicos repitieron el experimento una y otra vez, y observaron cómo la actividad cerebral de cada rata cambiaba cuando atravesaba la misma ruta cientos de veces. Fueron apareciendo lentamente una serie de cambios. Las ratas dejaron de olfatear los rincones y de girar erróneamente. Por el contrario, recorrían cada vez más de prisa el laberinto. Y dentro de sus cerebros sucedió algo inesperado: cuando las ratas aprendían a desplazarse por el laberinto, su actividad cerebral disminuía. Cuanto más automática se volvía la ruta, menos pensaban…” (pag. 34 y 35)
Esa menor actividad cerebral era el indicativo de que los ganglios basales del roedor habían almacenado la conducta en forma automática, como hábito. Ahora, cada vez que se disparaba la señal, la rata iba directa al chocolate, en una rutina sin mayor esfuerzo ni gasto de energía cerebral. Se había instaurado un hbt. Ese proceso es el que hemos querido graficar –interpretando el texto de Duhigg-, en la figura 6, que se muestra a continuación:

Duhigg hace aún mucho más sencilla la comprensión de los procesos neurológicos que dan lugar a los hábitos, cuando simplifica toda la complejidad subyacente y propone el llamado “bucle del hábito” (señal, rutina, recompensa) que también se conoce como “las 3 ‘R’ del proceso de formación de los hábitos” (Recordatorio, Rutina y Recompensa), como nosotros hemos preferido reinterpretarlo gráficamente, en la figura 7:

De acuerdo con ese esquema de las tres “R” (o “bucle del hábito”), el proceso comienza con una señal, recordatorio o detonante que informa al cerebro para activar el piloto automático y el hábito que ha de usar. Luego está la secuencia automática o rutina, que puede ser física, mental o emocional. Por último está la recompensa, que ayuda a nuestro cerebro a decidir si vale la pena recordar en el futuro este bucle o ciclo repetitivo, en particular. La conversión de una secuencia de acciones y “conductas pensadas” en una rutina automática se llama fragmentación conductual y está en la base de la formación de los hbt. Hay cientos de fragmentos conductuales en los que confiamos cada día. Algunos muy sencillos como untar la crema y cepillarnos los dientes o colocar las hierbas en la tetera y servirnos el té hierbal; pero hay otros mucho más complejos como –es el ejemplo que apunta ChD en su libro-, el sacar en retroceso el coche del garaje cada día en las mañanas o preparar un sabroso dulce de lechoza, como el que preparaba nuestra madre. La gran diversidad de fragmentos conductuales que construimos a lo largo de nuestra experiencia se van almacenando en la memoria implícita y la explicita (o declarativa), en donde quedan disponibles para el momento en que se requieran. Concluye Duhigg “con el tiempo, este bucle —señal, rutina, recompensa; señal, rutina, recompensa…— se va volviendo más y más automático. La señal y la recompensa se superponen hasta que surge un fuerte sentimiento de expectación y deseo. Al final, ya sea en un frío laboratorio del MIT o en el garaje de tu casa, se acaba formando un hábito” (5).
Otro libro sobre el tema de los hábitos, que resulta fundamental para completar lo atinente a las tres triadas que ocupan este segundo principio, es el de Stephen Covey (SC), Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, publicado en 1989 y que, desde una primera edición se convirtió en uno de los betseller de autoayuda más traducidos y solicitados en Occidente y buena parte del mundo(6)
La definición de hábito que SC expone en su libro, es la que mejor se adapta a nuestros requerimientos para el reto de la salud integral. Desde esa perspectiva un hábito de salud (y de cualquier otro tipo), sería la confluencia de tres grandes dimensiones: un saber, un poder y un querer. Cuando se sabe (se tiene el debido conocimiento), se puede (se tiene la capacidad, las posibilidades) y se quiere (se tiene la plena convicción, el más auténtico deseo y convencimiento), entonces allí puede surgir un hábito de salud, si así nos lo planteamos. Con sólo una o dos de esas dimensiones no es posible aún construir un  verdadero hbt. Se quedaría a medio camino. Hace falta la confluencia de las tres y es en esa área de intersección en donde se forman los hbt.  La figura 8 grafica la definición de hbt que plantea SC y que nosotros aquí asumimos para el reto de una verdadera salud integral:
A una persona con sobrepeso, no le basta querer “estar en la línea”. Debe también saber cómo hacerlo y debe estar en capacidad de poder hacerlo. A veces la persona sabe cómo bajar de peso, pero realmente no está convencida, no tiene la plena convicción y, por tanto no lo puede lograr, porque sigue con su mismo estilo y hábitos de vida. Cuando un naturópata está frente a un caso de éstos, debe trabajar las tres dimensiones, luego de su diagnóstico al revisar las macrofunciones y estilo de vida de la persona.
Si este ilustrativo ejemplo (simplificado por razones de didáctica explicativa), lo aplicamos para otras situaciones y hábitos de salud (dejar de fumar, previsiones higiénico-sanitarias contra patógenos, ingesta diaria de suficiente agua para mantener la hidratación necesaria, etc), la conclusión sería parecida: si el haciente/paciente sabe cómo hacerlo, si puede hacerlo (está en capacidad, cuenta con qué) y, sobre todo, si quiere realmente hacerlo y da los pasos en esa dirección y obtiene la recompensa y lo repite, esa rutina terminará convirtiéndose en un hábito de salud. Como lo demuestran los experimentos neurológicos del doctor L.Squire y demás investigadores del MIT, una vez que ese accionar conductual se almacena en  nuestra memoria base (en los ganglios basales), se repite y hace automático –señal/recordatorio, rutina, recompensa, señal/recordatorio, rutina, recompensa…-, entonces nuestro cerebro lo incorpora como hbt cuya ejecución no implica mayores demandas de energías cerebrales. La figura 9 nos ayudará a comprender mejor el proceso de formación de los hbt, de acuerdo con los experimentos de los investigadores del MIT:

  Una vez que las raticas de laboratorio, con lo sensores que medían su actividad cerebral durante el experimento, hacen varias veces el recorrido y obtienen siempre la misma recompensa en el lado derecho, al final del laberinto, la secuencia de acciones se convierte en una rutina automática que se dispara al oír el clik y abrirse la compuerta (ver figura 10).  Es lo mismo que nos sucede a nosotros cuando nos levantamos cada día y nos dirigimos a la cocina: sin pensarlo mucho, como una rutina automática, colocamos los mismos tres vasos de siempre, los llenamos de agua, buscamos el antihipertensivo, y lo ingerimos con el primer vaso de agua. Cuando nos hemos tomado el tercer vaso, seleccionamos las hierbas con las que prepararemos el té de ese día o semana y lo preparamos. Mientras tanto hemos prendido la PC, revisado los correos, regado las matas del huerto/jardín, arreglado la losa que quedó escurriéndose en el lavaplatos, alimentado a las lombrices californianas, etc. Esa rutina tenemos años –casi dos décadas-, haciéndola y seguramente la mantendremos por muchas décadas más, si no hay algún motivo de peso que justifique su cambio. De eso se trata cuando tenemos hábitos de salud y vida que consideramos que deben permanecer o que, por el contrario, debemos cambiarlos.

Con estas consideraciones sobre el proceso de formación de los hábitos de salud y vida cerramos la parte 4/4 de las Triadas Vitales, como segundo principio de los cinco que están en la base de la salud integral, tal como aquí la entendemos y promovemos.
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(1) [PDF]los hábitos adquiridos - Dadun - Universidad de Navarra.dadun.unav.edu/bitstream/10171/5587/1/118.pdf.por JF Sellés - ‎2000 - ‎Mencionado por 12 - ‎Artículos relacionados la voluntad tal como los presenta Tomás de Aquino (sindéresis, prime- ... Santo Tomás y Aristóteles, Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria, William James, extracto de Principios de Psicología (1890).
--Suma Teologica de Santo Tomas de Aquino: Primera sección de la ...hjg.com.ar/sumat/b/.Sobre la causa de los hábitos en cuanto a su generación (4 a.) 52. Sobre el aumento de los hábitos (3 a.) 53. Sobre la corrupción y disminución de los hábitos …
--La esencia del hábito según Tomás de Aquino y Aristóteles – Dadun.dadun.unav.edu/bitstream/10171/4020/3/107.pdf.por E Sánchez - ‎2000 - ‎Mencionado por 3 - ‎Artículos relacionados. La esencia del hábito según Tomás de Aquino y Aristóteles. 5

(2)https://www.pediatriaintegral.es/numeros...2012.../los-habitos-clave-del-aprendizaje/.Los hábitos, clave del aprendizaje. Mediante el aprendizaje construimos nuestra memoria y, a partir de ella, pensamos, actuamos, sentimos, inventamos…  El artículo Los Hábitos, Clave del Aprendizaje, de José Antonio Marina, antes aludido, fue publicado inicialmente en la revista Pediatría Integral, Volumen XVI, nº 8,  octubre2012; 662.e1-662.e4

(3)El poder de los habitos (Spanish Edition) By Charles Duhigg. https://tgzzbepvyyaz.files.wordpress.com/.../best-841587054x-el-poder-de-los-habitos...BEST El poder de los habitos (Spanish Edition) By Charles Duhigg 

(4)Charles Duhigg, El poder de los habitos (Spanish Edition). Op. Cit., pags. 34 y 35

(5) Charles Duhigg,  Op. Cit, pag.39

(6) Stephen Covey, 7 Hábitos de la gente altamente efectiva. Editorial Sudamericana, 1995. 

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